- ¿Te sentís mejor? – pregunto el, dando un trago a su coca-cola.
- Si – mentí – comer me hiso mejor.
Di otro mordisco a la hamburguesa, concentrándome en masticar lentamente y respirar hondo tratando de dejar mis hormonas de lado.
- Parece que te duele algo...
- Bueno, supongo que estoy cansada... ¿Podrías llevarme a mi casa?
- No hay problema.
Encendió el motor mientras yo le indicaba el camino hacia mi casa. Estuvimos callados todo el camino, supongo que el interpreto que me sentí mal. Cuando llegamos a la puerta lo primero que hice fue fijarme si estaba mi vecino en la puerta, siempre estaba ahí, pero hoy estaba vacia la calle.
- Gracias por traer…
La puerta de Dougie se abrió, lo vi rodear el coche y el abrió la puerta con una sonrisa.
- Te acompaño hasta la puerta – se ofreció el.
En silencio, con el corazón latiéndome aceleradamente, Salí del auto. Mientras buscaba las llaves en mi bolso. Dándole la espalda, abrí la puerta y la empuje hacia adentro y gire hacia el con una amplia sonrisa. El estaba en el penúltimo escalón, unos quince centímetros por debajo mío, lo cual hacia que sus ojos estuvieran casi a mi altura. Estaba lo suficientemente cerca de el como para vernos, tocarnos… y besarnos. Me mordí el labio inferior para evitar que se me escapara un gemido ardiente de deseo y alargué la mano para dársela a el.
- Gracias, Dougie.
El se quedo en silencio y mi mente imagino varias versiones de cómo podía terminar esa noche. Me gire para entrar a mi casa.
- Vicky..
¿Era una pregunta, o una afirmación? No estaba segura, pero no pensaba decir “si”, asi que gire y lo mire.
- Me gustaría Besarte – anuncio el.
Sentí la lengua pegada al paladar.
- ¿Me escuchaste? – Susurro el, acercándose a mi ligeramente, podía sentir su respiración sobre mi cuello.
Su boca se poso sobre la mía, pude sentir su aliento cálido y dulce sobre mi lengua mientras sus brazos me rodeaban. Me perdí en aquel beso que transportaba una ola de adrenalina y deseo. Un imperioso deseo se apodero sobre vi y sentí que mi piel quemaba, me abalance sobre el, pero abrí los ojos repentinamente y me eche hacia atrás, apoyando una mano contra su pecho. Jadeante, el me miro. Aun me tenía abrazada por la cintura.
sábado, 29 de mayo de 2010
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